De la Tierra a la Luna: Julio Verne, el Profeta Literario que se Adelantó a la NASA

 

¡Hola despistados y despistadas! Hoy vamos a viajar en el tiempo, y no con una máquina de H.G. Wells, sino con la imaginación de un genio que se adelantó a su época: Julio Verne. Sí, el mismo que nos llevó Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino o la Vuelta al Mundo en Ochenta Días. Pero hoy nos centraremos en cómo este escritor francés fue, casi literalmente, el profeta literario que le pisó los talones a la NASA ¡cien años antes de que existiera!

¿Alguna vez os habéis parado a pensar que muchas de las cosas que hoy vemos como normales, o que hemos logrado con mucha tecnología, ya las imaginó un tipo con pluma y papel en el siglo XIX? Pues eso es lo que pasa con Verne y su novela "De la Tierra a la Luna". Una auténtica locura para su tiempo, que hoy nos parece una genialidad.


Un viaje a la Luna, ¡a cañonazo limpio!

En 1865, cuando la gente se movía en carruajes y la luz eléctrica era un sueño lejano, Verne se cascó esta novela. Y no es un cuento de hadas; es un tratado de ingenio. Nos presenta al Gun Club de Baltimore, unos ex-militares un poco flipados que, aburridos de la paz después de la Guerra Civil americana, deciden que la única forma de seguir emocionados es... ¡construir un cañón gigante para mandar gente a la Luna!

Sí, un cañón. Y suena a risa, pero la descripción que hace Verne del proyecto es alucinante: calcula la potencia necesaria, el material del proyectil, el punto de lanzamiento (¡Florida, muy cerca de Cabo Cañaveral!), la velocidad de escape... ¡Hasta predijo la ingravidez y el impacto con el agua a la vuelta! Obviamente, hay licencias poéticas y científicas que hoy nos parecen graciosas (lo de disparar a personas con un cañón no es muy recomendable, por si alguien lo estaba pensando), pero la base es espectacularmente cercana a lo que luego la ciencia real lograría.


¿Verne, el Nostradamus de la ciencia?

No es que Verne tuviera una bola de cristal, ni que fuera un científico escondido (aunque investigaba a fondo para sus libros). Su genialidad residía en combinar su tremenda imaginación con el conocimiento científico y tecnológico de su época. Él veía el potencial de la ciencia, lo extrapolaba y lo convertía en aventuras que nos hacían soñar.

Fijaos en estas "casualidades" que predijo en "De la Tierra a la Luna" y su secuela "Alrededor de la Luna":



  • El lugar de lanzamiento: Eligió Florida, muy cerca de donde hoy está el Kennedy Space Center de la NASA.
  • El tamaño del proyectil: El "Columbiad" de Verne es curiosamente similar en proporciones a los módulos de comando de las misiones Apolo.
  • La tripulación: Tres valientes astronautas. ¿Os suena la misión Apolo 11? Sí, también tres.
  • El impacto en el océano al regreso: Tal cual hicieron las cápsulas espaciales de la NASA.
  • La ingravidez: Describe la sensación de flotar dentro del proyectil.
  • El uso de telescopios para seguir el viaje: Exactamente lo que se haría.

Verne no solo predijo viajes espaciales; también anticipó el submarino (el Nautilus del Capitán Nemo), los helicópteros, el aire acondicionado, los rascacielos e incluso algo parecido a internet en "París en el siglo XX" (aunque esa novela no se publicó hasta mucho después).


¿Por qué sigue siendo un crack?

Más allá de sus predicciones alucinantes, Julio Verne es un autor que te engancha por la aventura, el misterio y la capacidad de soñar. Sus libros te empujan a imaginar lo imposible y a creer en el poder del ingenio humano. "De la Tierra a la Luna" no solo es un testimonio de su visión futurista, sino una historia emocionante sobre la ambición, el ingenio y la locura de querer alcanzar las estrellas.

Si te gusta la ciencia ficción, la aventura, o simplemente te flipan los avances tecnológicos, tienes que leer a Verne. Y si ya has visto las fotos de los cohetes de la NASA, ver cómo este tipo se lo imaginó hace más de 150 años, es una pasada. Es la prueba de que la imaginación, a veces, es la chispa que enciende el motor del progreso.

Así que, ¿te animas a subirte al Columbiad y emprender este viaje literario? ¡Luego me cuentas si te sentiste en la Luna!

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