¿Te imaginas que un día, limpiando el trastero de tu abuela,
te encuentras con un manuscrito inédito de un escritor famosísimo? Pues aunque
suene a película, la historia de la literatura está llena de estas cosas: manuscritos
que se creían perdidos y que, de repente, aparecen, o al revés, obras que
deberían existir pero de las que no hay ni rastro. Es como un CSI literario,
donde los detectives son historiadores y los hallazgos pueden cambiarlo todo.
De la Ceniza al Descubrimiento: Manuscritos que Volvieron
a la Vida
La verdad es que la vida de un manuscrito puede ser de todo
menos aburrida. Algunos sobreviven a la quema, otros se esconden por décadas, y
su aparición es siempre un bombazo:
- Los
papeles de Kafka (¡casi incinerados!): Este es un culebrón de
película. Franz Kafka, antes de morir, le pidió a su amigo y
albacea, Max Brod, que quemara todos sus manuscritos, incluyendo obras
como El Proceso o El Castillo. Por suerte para la humanidad,
Brod no le hizo ni caso (¡menos mal!). Pero la historia no acaba ahí.
Cuando Brod huyó de los nazis, se llevó los papeles, y a su muerte, su
secretaria, Esther Hoffe, se los quedó. Durante décadas, Hoffe y su hija
los mantuvieron en secreto, generando una batalla legal épica tras la
muerte de Hoffe. Finalmente, los tribunales israelíes dictaminaron que los
papeles debían ser entregados a la Biblioteca Nacional de Israel. Este
descubrimiento, o más bien, esta salvación de la quema, es lo que
nos permitió conocer la mayor parte de la obra de Kafka y entender su
genio. Sin Brod y sin la tenacidad de los bibliotecarios y jueces, Kafka
sería un autor menor.
- Los
poemas "perdidos" de Emily Dickinson: Esta poeta
estadounidense era una ermitaña y una excéntrica. Escribió casi 1.800
poemas, pero solo publicó unos pocos en vida (y de forma anónima). Tras su
muerte, su hermana Lavinia descubrió sus cuadernos llenos de poesía. Sin
ella, la obra de Dickinson se habría perdido casi por completo. El impacto
fue brutal: se reveló a una de las voces más originales de la poesía
americana, una adelantada a su tiempo. Imagínate el shock de encontrar
tanto talento escondido en un cajón.
- El
primer cuento de Ernest Hemingway ("La Traición de la
Langosta"): Durante años se pensó que los primeros trabajos de
Hemingway se habían perdido o que nunca se habían publicado. Pero en 2004,
un estudioso encontró un cuento de 1922 titulado "La Traición de la
Langosta" en una revista literaria de la época que él mismo había
editado. No era una obra maestra, pero era la prueba de sus inicios, un
eslabón perdido en su evolución como escritor. Cada hallazgo así ayuda a
reconstruir la trayectoria de un autor y a entender mejor su
proceso creativo.
- El
manuscrito original de Los detectives salvajes de Roberto Bolaño:
Este es un ejemplo más reciente y muy emocionante. Tras la muerte de
Bolaño en 2003, su viuda y albacea literaria, Carolina López, encontró
entre sus papeles un manuscrito con el título original de Los
detectives salvajes, que era en realidad una versión anterior con
material extra y variaciones. Este hallazgo no solo reveló una joya para
los fans, sino que mostró el proceso de reescritura y maduración de
una de las novelas más importantes de la literatura en español del siglo
XX.
Los Fantasmas Literarios: Manuscritos Que Siguen
Desaparecidos
Y luego están esos manuscritos que son el Santo Grial
de los historiadores de la literatura, obras de las que se sabe que existieron
o que podrían existir, pero que nadie ha encontrado. Esto genera teorías,
búsquedas interminables y un aura de leyenda:
- Obras
perdidas de Shakespeare (¡el sueño de todo fan!): Aunque tenemos la
mayoría de sus obras, se cree que Shakespeare pudo haber escrito otras
piezas que no sobrevivieron. Por ejemplo, se menciona una obra llamada Cardenio,
que escribió en colaboración con John Fletcher, y que se representó en su
época. La pista más cercana es una adaptación posterior, pero el original
de Shakespeare está perdido. Imagina el impacto de encontrar una nueva
obra de Shakespeare... ¡sería un bombazo mundial!
- La
novela inacabada de Sylvia Plath: La poeta Sylvia Plath, conocida por
su intensidad y su trágico final, dejó una novela terminada antes de su
muerte, pero su marido, Ted Hughes, admitió haberla perdido. Muchos
especulan que pudo haberla destruido intencionadamente para proteger la
imagen de Plath o evitar la publicación de material muy personal. Un
misterio que alimenta la leyenda de una autora ya de por sí enigmática.
- El
diario de P.G. Wodehouse (el humorista británico): Este escritor de
humor, famoso por sus personajes Jeeves y Wooster, mantuvo un diario
personal que se cree que fue destruido después de su muerte. Los fans de
su ingenio y su estilo elegante sueñan con que un día aparezca y revele
más sobre la mente detrás de sus creaciones.
- La
segunda parte de El cuento de los gansos de Juan Ramón Jiménez:
El poeta español Juan Ramón Jiménez dejó una obra inacabada y fragmentada,
y se sabe que trabajó en una continuación de su libro de prosa poética.
Hay pequeños fragmentos, pero la obra completa nunca se publicó, lo que
deja a los estudiosos con la miel en los labios.
Estos manuscritos perdidos son como los agujeros negros
de la literatura: nos atraen con su misterio y la promesa de un tesoro
oculto. Alimentan la leyenda de los autores, nos hacen especular sobre qué
historias habrían contado, y mantienen viva la emoción de que, quizás, en algún
rincón oscuro de una biblioteca o un desván polvoriento, aún haya una obra
maestra esperando ser descubierta. Y esa posibilidad, amigos, es pura magia.
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