A ver, ¿alguna vez te has puesto a pensar en lo importante
que es el final de una historia? Es la última impresión, el sabor que te deja,
la forma en que todo encaja (o no). Pues en el mundo de los libros, a veces,
ese final que leímos no fue el único que se pensó. La historia de la literatura
está llena de finales descartados, de autores que dudaron, de editores
que metieron mano y de decisiones que, si hubieran ido por otro lado, habrían
cambiado por completo la forma en que entendemos ciertas obras maestras. Es
como un "qué hubiera pasado si..." pero en versión literaria.
El Proceso Secreto: Cuando los Autores Dudan y los
Editores Deciden
Crear una historia es un currazo, y el final, a menudo, es
lo más difícil. Muchos autores tienen varias ideas, escriben diferentes
versiones y se rompen la cabeza para encontrar el cierre perfecto. Pero no
siempre es solo cosa suya:
- La
duda del autor: Hay escritores que saben desde el principio cómo va a
terminar todo, y otros que lo van descubriendo mientras escriben. A veces,
los personajes mismos "les piden" un final distinto al que
habían planeado. Esta lucha creativa es brutal, pero necesaria.
- La
mano del editor: Aquí es donde la cosa se pone picante. Los editores
no solo corrigen faltas; son los primeros lectores profesionales y, a
veces, tienen una visión comercial o artística que choca con la del autor.
Pueden sugerir cambios, pedir que se reescriba el final, o incluso negarse
a publicar si no están de acuerdo. Su influencia puede ser decisiva.
- Los
lectores beta o amigos cercanos: Antes de que un libro llegue a las
librerías, muchos autores lo comparten con amigos, familiares o grupos de
lectura. Sus comentarios pueden hacer que el autor se replantee si el
final funciona, si es creíble o si genera la emoción deseada.
Vamos a ver algunos casos famosos donde el
"cierre" pudo ser muy diferente:
1. 1984 de George Orwell: ¿Un Rayo de Esperanza
para Winston?
El final que todos conocemos de 1984 es desolador:
Winston Smith, el protagonista, es torturado y reeducado hasta que aprende a
amar al Gran Hermano. Su espíritu está roto, y no hay escape ni esperanza. Es
un final brutal que te deja un nudo en el estómago, mostrando la victoria total
del totalitarismo.
- El
borrador (o la idea previa): Se rumorea que Orwell consideró, o que al
menos fue una idea temprana, un final donde Winston sí lograba escapar,
aunque fuera por poco tiempo, o donde su resistencia interna no era
completamente aniquilada. Incluso se ha especulado con un epílogo donde se
sugería que la rebelión de Winston había tenido un impacto, por pequeño
que fuera.
- ¿Qué habría cambiado? Si Orwell hubiera optado por un final con un rayo de esperanza, por mínimo que fuera, la interpretación de la obra sería radicalmente distinta. 1984 pasaría de ser una advertencia desesperanzadora sobre el poder absoluto a un mensaje más sobre la resistencia humana y la posibilidad (aunque sea remota) de vencer a la opresión. Su legado como la distopía definitiva, sin fisuras, se vería comprometido. El final actual es el que le da su fuerza: el mal triunfa y devora al individuo.
2. Grandes Esperanzas de Charles Dickens: ¡Un
Final Feliz a Petición del Público!
La novela de Dickens, en su versión original, terminaba de
una forma muy agridulce, algo común en las novelas victorianas que a menudo
tenían un toque de melancolía y moralidad.
- El
final original: Pip, el protagonista, se encuentra años después con
Estella, su amor imposible. Ella se ha casado y enviudado, y ahora está
endurecida y amargada por la vida. Se despiden y sus caminos se separan
para siempre. No hay reconciliación, solo una aceptación triste de que
el amor no siempre triunfa y que las heridas del pasado no se cierran del
todo.
- La
influencia: Fue el amigo de Dickens y también escritor, Edward
Bulwer-Lytton, quien lo convenció. Le dijo que el público quería un
final más "feliz" o al menos más esperanzador para Pip y
Estella. Dickens, que publicaba sus novelas por entregas y era muy
consciente de su audiencia, cedió.
- El
final publicado: En la versión que conocemos, Pip y Estella se
encuentran de nuevo, y esta vez, en un ambiente más melancólico pero con
un rayo de esperanza, se dan a entender que podrían estar juntos.
Se intuye una reconciliación y la posibilidad de un futuro compartido.
- ¿Qué
habría cambiado? El final original habría sido mucho más realista y
trágico, encajando con la idea de que Pip, a pesar de sus
"grandes esperanzas", no consigue todo lo que anhela y que la
felicidad es escurridiza. El final revisado, aunque más "feliz",
diluye un poco esa amargura y se alinea más con la sensibilidad
victoriana de los lectores que buscaban una recompensa para el héroe.
El legado de Dickens se habría percibido como más oscuro, menos propenso a
los finales redentores.
3. Lo que el viento se llevó de Margaret Mitchell:
¡El Famoso "Frankly, my dear..." Casi No Existió!
La icónica frase "Frankly, my dear, I don't give a
damn" (Francamente, querida, me importa un bledo) con la que Rhett Butler
abandona a Scarlett O'Hara es uno de los finales más memorables de la
literatura y el cine. Pero hubo dudas.
- El
proceso creativo: Margaret Mitchell tuvo claro desde el principio que
Rhett debía dejar a Scarlett, pero la forma exacta de la despedida, y la
frase en sí, fue algo que pulió y perfeccionó. Se dice que probó
varias versiones. El "I don't give a damn" suena brusco, pero
también definitivo y liberador para Rhett.
- La
influencia: Aquí no hubo una influencia externa para cambiar el final,
sino más bien una determinación de Mitchell por un final que fuera
coherente con el personaje de Rhett y que dejara a Scarlett en su esencia:
una mujer que, a pesar de todo, siempre encuentra una manera de seguir
adelante ("Mañana será otro día"). La autora resistió presiones
para un final más edulcorado o una reconciliación.
- ¿Qué
habría cambiado? Un final donde Rhett no se marchara, o lo hiciera de
forma menos contundente, habría debilitado el mensaje de
empoderamiento de Scarlett y la complejidad de su relación. La frase final
es la que la empuja a la acción y la que le da esa fuerza icónica a su
personaje. Es el cierre perfecto para una mujer que siempre ha dependido
de los hombres y que, al final, se queda sola, pero con la esperanza de
reinventarse. Sin ese final, la novela no tendría el mismo punch.
4. Una Odisea Espacial 2001 de Arthur C. Clarke:
El Final Que Nadie Entiende (¡Y Así Debía Ser!)
El final de la novela de Clarke y la película de Kubrick es,
por decirlo suave, muy abstracto. David Bowman se convierte en el "Niño
Estelar", una entidad cósmica, tras su encuentro con el monolito. Es un
final abierto a mil interpretaciones.
- El
proceso creativo: Clarke y Kubrick trabajaron codo a codo en el guion
de la película y la novela. Desde el principio, la idea era un final que
fuera visual y conceptual, no narrativo en el sentido tradicional.
Querían que el espectador/lector se sintiera perplejo, asombrado y pensara
por sí mismo.
- El
final "alternativo" (o menos ambiguo): Aunque no es un
borrador descartado como tal, Clarke exploró y desarrolló ideas para explicar
más claramente la naturaleza del monolito y la evolución de Bowman. En
borradores o conversaciones, se detallaba más la idea de los
extraterrestres y su plan para la humanidad.
- ¿Qué
habría cambiado? Si el final hubiera sido más explicativo o menos
ambiguo, la obra habría perdido gran parte de su misticismo y su
poder. La grandeza de 2001 reside precisamente en su capacidad para
generar preguntas y dejar al espectador/lector con la sensación de estar
ante algo trascendente e incomprensible. Un final más "cerrado"
la habría convertido en una simple película de ciencia ficción más, y no
en la obra maestra filosófica que es.
Al final, el arte de concluir es un baile delicado entre la
visión del autor, la presión del mercado y la interpretación del público. Estos
casos nos recuerdan que cada final que leemos es el resultado de un camino con
bifurcaciones, y que esas decisiones finales son las que, al fin y al cabo,
marcan el destino y el legado de una obra para siempre. ¿Conoces algún otro
final alternativo que te haya volado la cabeza?
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